Jorge Manrique
Su Obra
Su obra es más bien breve y reducida, tal vez por su temprana muerte o tal vez, también, porque su dedicación a las armas hizo de su afán poético algo episódico. De Jorge Manrique se conservan unas 50 composiciones, la mayoría de las cuales (exceptuando Las Coplas y 3 pequeños poemas burlescos) son poesías amorosas al gusto trovadoresco y cortesano de la época.
Tanto sus 3 composiciones burlescas como las amatorias están escritas con donaire y, como dice Menéndez Pelayo, se dejan leer sin fastidio.
Siguiendo a Cortina se puede dividir la obra de Jorge Manrique en 3 bloques:
- Poemas de carácter doctrinal.
- Poemas amatorios.
- Poemas de carácter burlesco.
Poemas de carácter doctrinal
Dos poemas pertenecen al carácter doctrinal. Las Coplas y ¡Oh, Mundo pues que nos matas! (la última de sus composiciones). Jorge Manrique debe su fama imperecedera a sus inimitables "Coplas a la Muerte de su padre, el Maestre Don Rodrigo", una de las creaciones líricas más profundas y bellas de nuestra literatura.
Con ellas quiso el poeta rendir tributo de admiración a quien había sido su permanente ejemplo en la vida; e inmortalizando al héroe se inmortalizó a si mismo. Rodrigo Manrique, padre de Jorge y protagonista de Las Coplas, falleció el 11 de Noviembre de 1476 y todo hace pensar que el poema debió escribirse a los pocos días.
Fuentes de las coplas:
Las Coplas son una elegía a la muerte del Maestre, género de largo cultivo en la Edad Media bajo los nombres de planto o defunción.
Explica Salinas que estas elegías medievales son poesías de carácter moral y que Jorge Manrique pudo tenerlas a mano en la biblioteca que poseía su tío Gómez Manrique, aunque es probable que tomara modelo de una elegía escrita por su propio tío denominada "Coplas para el señor Diego Arias de Ávila".
Algunos estudiosos de la poesía manriqueña han advertido influencias del Eclesiastés. Pero resulta fácil adivinar que el tema de la fragilidad de la vida constituye reflexión común en todos sus coetáneos; Los versos de López de Ayala, Sánchez de Talavera, Gómez Manrique.. entre otros, reflejan el peso de la tradición que sirve como los cimientos desde los cuales Jorge Manrique aporta la originalidad de su talento. De la tradición y originalidad surge la grandeza misma de Las Coplas. Jorge Manrique a la hora de abordarlas ha logrado convertir un momento histórico en un instante eterno.
Estructura de Las Coplas:
Consta el poema de 40 Coplas de pie quebrado, parejas de sextillas constituidas a su vez por una doble serie de 2 octosílabos más 1 tetrasílabo, con rima abc abc. La ligera forma estrófica utilizada por el autor contribuye, sin embargo, con su musical flexibilidad a la fluidez del pensamiento, sin afectación, sin pedantes cultismos, casi sin hipérbaton. Pocas veces unas palabras y un ritmo poético se han ceñido tan magistralmente a un pensamiento.
En un estudio sobre Las Coplas escribía Luis Cernuda: "Otros poetas podrán tener más sensualidad, como Garcilaso; más esplendor, como Góngora; más pasión, como Bécquer, pero ninguno tan perfecto dominio del pensamiento sobre la palabra".
El estilo de Manrique pretende despertar las almas, no adormecerlas y aunque muchos escritores han pretendido copiar sus estrofas ninguno le ha igualado, pues en Manrique metro y rima son proyección material de su pensamiento.
El poema puede considerarse dividido en 3 partes: Las 13 primeras estrofas contienen una consideración general sobre la fugacidad de la vida. Desde la estrofa XIV a la XXIV se ilustra lo anterior con ejemplos concretos. A partir de las estrofa XXV hace su entrada el Maestre, y comienza así la 3ª parte, en cuya primera mitad el autor hace elogio del héroe, sus virtudes y sus hazañas, después aparece la Muerte, que dialoga con Don Rodrigo. Y éste acepta el morir como parte que es de la vida, como acto supremo y culminación definitiva.
Hay pues, 3 vidas, claramente definidas:
a.- La vida terrenal, perecedera, temporal.
b.- La vida de la fama, más larga aunque tampoco eterna.
c.- La vida eterna, "vida tercera", la llama, que se gana en la Tierra.
Como escribe Cernuda "el hombre muere para que nazca el héroe".
Poemas amatorios
En su lírica amorosa se deja sentir el tono militar en su vocabulario y en la índole de las metáforas e imágenes, llenas de motivos castrenses. Sus poemas tienen aire de reto, se enfrentan, y preferentemente con el poderoso, llámese amor o fortuna. Su vocabulario reúne gran cantidad de términos violentos: fuerza, rabia, amenaza... El amor en Jorge Manrique es siempre vencimiento. Escribe y vive como guerrero en pleno siglo XV.
Sus versos son sobrios y un poco toscos, como armas; a veces los lanza con gesto acusador hasta en los momentos más dulces. La concepción que del amor tiene el poeta está muy próxima a la del amor cortés propia de la poesía provenzal y trovadora cuyos ecos aún perviven en la segunda mitad del siglo XV.
Aunque trenzada con retorcidos discretos en la lírica de Jorge Manrique se percibe una persistente obsesión por el tema de la muerte, un cansancio de vivir que impregna de melancolía hasta las composiciones de índole más ligera y frívola. Pero al mismo tiempo vibra una palabra de emoción en algunas llamadas a la muerte en la que el poeta parece buscar el codiciado descanso a los trabajos.
.... Porque después de morir
no hay otro mal ni penar....
.... No tardes Muerte, que muero;
ven, porque viva contigo;
quiéreme, pues que te quiero,
que con tu venida espero
no tener guerra conmigo....
Cuando más brilla Manrique, aún en sus poemas amatorios es, precisamente, en sus continuas alusiones al tema de la muerte, verdadero eje de su pensamiento y reflexión.
"Pensando, señora, en vos,
vi en el cielo un cometa.
Es señal que manda Dios
que pierda miedo y cometa
a declarar el deseo
que mi voluntad desea,
porque jamás no me vea
vencido, como me veo,
en esta fuerte pelea
que yo conmigo peleo."
(Cuando Don Jorge Manrique tenía 16 años surcó el cielo de España el cometa Halley).
Poemas de carácter burlesco
Escribió también Manrique tres composiciones burlescas, dentro de la tradición de las cantigas de escarnio y maldecir, cuyo cultivo encontraba campo propio en el ambiente de la época. Las de Jorge ni son mordaces ni afortunadas pues parece que el humor del poeta fue limitado.
En la primera de dichas composiciones, de sólo 9 versos, escarnece a una prima suya. La segunda va dirigida a una borracha que hablaba mal de él, y a la que él acusa de beber fiado. La tercera composición está dirigida a su madrastra Doña Elvira que fue muy mal aceptada por Don Jorge y su hermanos. Son unos versos en los que se describe un grotesco convite ofrecido a Doña Elvira y a sus damas en un establo.
Estas estrofas suenan como algo extraño al lado de su restante obra poética.