La historia de Paredes de Nava se remonta a sus primeros pobladores. Se tienen indicios de que existió Intercatia, una antigua ciudad habitada por los vacceos, donde se encontraron diversos objetos de piedra y bronce, entre ellos una Tessera de Hospitalidad donde se puede leer una inscripción que habla sobre un pacto de amistad entre un habitante de Intercatia y uno de Pallantia.
El nombre de Paredes o “Parietes” es derivado del vascuence. Significa llanura o llano y hace alusión a restos de antiguas construcciones, posiblemente de la antigua ciudad. Además de Intercatia otros poblados se asentaron por todo el territorio de Paredes de Nava: Braolio, Pelilla, Sahún el Viejo, Santa Coloma, Villorido, Pozuelos, Zorita…Algunos de ellos como Carejas y su ermita construida sobre una antigua iglesia, se mantienen hasta nuestros días.
En el siglo XII concretamente entre 1128 y 1134, al recibir los “Fueros” o “Cartas Pueblas” de manos del rey Alfonso VII estos poblados abandonan los asentamientos, y se concentran en un solo núcleo de población.
Las guerras y tropelías anteriores obligan a la población a defenderse cercando la villa, y construyendo alrededor de ella una muralla de tapial, con refuerzos de piedra en los puntos mas importantes, a la que cuidarán con un mimo encomiable, ocupando un lugar prioritario en las obras acometidas por el concejo. Fue objeto de sucesivas ampliaciones, paralelas al incremento de la población, hasta que adquiere finalmente la forma ovalada que actualmente puede observarse sobre el plano de la villa.
Administrativamente la villa se dividía en 8 barrios: La Fuente, Renedo, San Miguel, San Juan, Ardagón, Mediano, Calleluenga y Gallegos, este último debe su nombre a los colonizadores que vinieron a vivir a Paredes. Cada uno de ellos, incluido el de la judería que administrativamente era independiente, se responsabilizaba del mantenimiento y reparación de la parte de la cerca incluida entre sus pertenencias. Se sabe que la aljama judía estuvo establecida en Paredes hasta 1412. Su antigua sinagoga paso a ser la Sinagoga del Corpus Christi y nunca llego a ser reconocida como parroquia.
El concejo era repartido en 4 parroquias: Santa Eulalia, Santa María, San Martín, San Juan. Siendo la que mas paga Santa Eulalia por tener mayor poder adquisitivo.
Seis poderosas puertas construidas en piedra sillar comunicaban la Villa con el exterior: San Juan, Antenoria, Ardagón, Gallegos, La Fuente y Renedo. Se cerraban al caer la noche y se abrían con las primeras luces del alba. En cada puerta una persona se encargaba de estos cometidos, por lo que recibía del concejo una pequeña cantidad anual, a esta labor se le llamaba “Tener las llaves”. El principal punto fuerte de la muralla era el Alcázar.
La desaparición de la muralla impide conocer exactamente donde estaba emplazada, se cree por unos documentos encontrados, que datan del año 1386, en la que se citan unas obras efectuadas en la cerca, que podría estar situado en el barrio de Gallegos. A su frente había un “alcayde” que representaba el poder señorial.
Otro baluarte defensivo eran las torres, más de una veintena, “los cadahalsos“, las puertas y las sobrepuertas. Las constantes obras de reparación efectuadas en la muralla y aledaños, demuestran la suma importancia que tenia como escudo protector y ocupaban un lugar prioritario dentro de las obras públicas acometidas por el concejo.
Políticamente el aspecto más significativo en aquella época, es la facultad que tienen los pobladores de elegir 4 jueces o alcaydes, cuya función era la de administrar la justicia y concordar las relaciones entre el señor y el concejo.
En 1289 la Villa sufrió un asedio. Maria Díaz hija del Señor de Vizcaya, haciendo valer sus derechos sucesorios, se revela contra Maria de Molina, apoderándose de Paredes, lo que obliga a la regente a sitiar la villa, tras llegar a un acuerdo sobre el señorío de Vizcaya, se otorga la localidad a Maria Díaz y en 1326 se incorpora a la corona.
En el siglo XV con la llegada de la familia Manrique de Lara, Paredes vive la época de mayor esplendor de su historia, constituyéndose en villa Condal. Los Manrique fueron condes de paredes por varias generaciones, siendo don Rodrigo Manrique, padre del insigne Poeta Jorge Manrique, el primer conde de Paredes. A la sombra de la Iglesia de San Martín, en la cuesta de la barbacana se levantaba un gran palacio que formaba parte de la muralla, siendo su residencia habitual hasta el S.XVI. En el S.XVIII, ya abandonado y en estado de ruina, el conde de Oñate, su último propietario, lo vende a la empresa encargada de la construcción del Canal de Castilla, debido a la escasez de piedra que había en la zona y se aprovecha para la construcción del mismo. En 1753 comienzan las obras de construcción del canal de Castilla en Calahorra de Rivas. Un año después llega a Paredes de Nava, formando parte del ramal de Campos. Debido a la crisis política y económica se paralizan las obras y se reanudan en 1791 completando la fase del ramal norte que queda unida al ramal de campos, es esta la época de máxima actividad en Paredes de Nava.
El cereal abundante en Castilla era transportado por medio de barcazas a través del canal cubriendo el trayecto Paredes de Nava – Alar del Rey para ser distribuido por la cordillera cantábrica. Para dar servicio y alojamiento a los comerciantes, se construyeron vario edificios anexos: Las casas del Rey, que constaban de una posada con establo para descanso de animales, un gran almacén con cuatro puertas de embarque, la casa del fiel, y una ermita.
Pasear por las calles de Paredes de Nava y disfrutar de su patrimonio cultural y artístico, muestra de aquel glorioso pasado, es evocar su historia en el tiempo y trasladarnos con la imaginación al espíritu de una villa medieval llena de vida, en la que hidalgos, judíos y nobles castellanos, convivían con Berruguetes y Manriques.